Los problemas que se dan en el entorno laboral provienen, frecuentemente, de las relaciones entre los compañeros. Ya en una entrada anterior en este blog hablamos de este tema.
Normalmente cuando uno tiene un problema en el trabajo, tiende a justificar, desde fuera, ese problema. Por ejemplo, se puede escuchar: tenemos sobre carga de trabajo, el jefe no nos valora, otros compañeros no hacen bien su trabajo, etc. Las situaciones son variadas. También esto ocurre cuando los problemas provienen de las relaciones laborales.
Sin embargo, vamos a ver que, muchas veces, esos problemas tienen que ver más con el propio trabajador que con lo que lo rodea. .
En la entrada anterior veíamos que afectos como los celos o la envidia, que están presentes, de una manera u otra, en todos, cuando aparecen en el entorno laboral, están relacionados con los afectos que sentíamos cuando éramos niños con nuestros primeros compañeros de juego, nuestros hermanos.
Muchas veces en el entorno laboral se escuchan quejas como: es que yo tengo más carga de trabajo que mis compañeros, o es que el jefe con el otro departamento es más permisivo. Cuando aparece la comparación, podemos pensar que lo que está en juego son esos sentimientos: los celos y la envidia.
Los celos son más civilizados que la envidia ya que nos hablan de un deseo. En las empresas que hay un Psicoanalista se pueden leer estos celos de una forma distinta a como suelen ser escuchados. Muchas veces los celos no son pronunciados por quien los siente, por sentir vergüenza, vergüenza que nos advierte de su procedencia infantil. En lugar de eso, la persona los reprime, pero entonces los celos pueden actuar desde lo inconsciente.
Por ejemplo, veo que mi jefe tiene una relación amistosa con mi compañero de oficina y siento celos. El celoso lo que expresa con sus celos es un deseo, que podría formularse de la forma siguiente: «me gustaría tener con el jefe una relación amistosa como la que tiene mi compañero»; y en lugar de expresarlo así diciéndole al jefe, por ejemplo: «A ver cuando nos tomamos un café juntos», lo expresa en forma de celos: «tiene una relación amistosa con mi compañero y no conmigo».
Una lectura como la que propone el Psicoanálisis de los celos, por parte de los jefes, puede evitar malestares posteriores. Incluso el jefe puede expresar en palabras lo que el celoso no se atreve a decir: «un día nos vamos nosotros a tomar un café juntos».
Y ¿qué pasa con la envidia? La envidia es más primitiva que los celos y también más dañina. En la envidia no se expresa un deseo sino una falta. El envidioso, frente a la persona envidiada, siente una falta (falta que todos tenemos por ser sujetos mortales) que lo lleva a querer que el otro no tenga. El envidioso no quiere lo que el otro tiene, como el celoso; quiere que el otro no tenga. ¿Para qué? Para que no le muestre su falta. Es algo complejo pero esto se ve muy a menudo en los entornos laborales. Trabajadores que están permanentemente criticando a un compañero, debemos de pensar que lo que siente es envidia de ese compañero, que le muestra algo de lo que él carece. A veces, esas personas envidiosas consiguen que se despida, incluso, a un compañero de trabajo que es un buen trabajador, así que hemos de cuidarnos de los envidiosos.
Una Psicoanalista en la empresa