En mi consulta, a menudo trato a pacientes que acuden por trastornos de la depresión.
En el blog de hoy, hablaremos de esta enfermedad desde la perspectiva del Psicoanálisis:
Conviene empezar planteando que el psicoanálisis nos habla de un aparato psíquico complejo, distinto al que es objeto de estudio de la psiquiatría y la psicología.
El aparato psíquico tiene dos sistemas fundamentales: la conciencia, que sería todo lo que nos llega a través de los sentidos, lo que somos capaces de percibir, y el inconsciente, aquello de lo cual nada sabemos pero que conocemos por sus efectos.
Por ello, el abordaje de la depresión, desde el psicoanálisis, va a ser diferente a como se aborda desde otros campos.
Sigmund Freud trata el tema de la depresión en un texto muy interesante que publica en el año 1917, Duelo y melancolía. En él, relata la clínica de la melancolía, hoy llamada depresión, descripción que se utiliza actualmente en los manuales diagnósticos de trastornos mentales.
A Freud lo que le llama la atención, cuando estudia a pacientes con depresión, es que éstos se comportan como si estuviesen en una situación de duelo, es decir, como si estuviesen frente a una pérdida o hubieran perdido algo o a alguien. Y esta similitud le hace estudiar la depresión junto con el proceso del duelo, el cual, a diferencia de la melancolía, no es patológico.
Sin embargo, si a una persona deprimida le preguntas qué ha perdido o a quién ha perdido, te responde que nada ni a nadie, es decir, que desconoce lo que ha perdido. O si sabe lo que ha perdido, no sabe lo que con ello ha perdido.
Vamos a poner un ejemplo de esto último para entenderlo mejor: un paciente pierde un camafeo donde estaba la foto de su madre y se deprime, y dice: “Estoy triste porque perdí la foto de mi madre”. Su madre había muerto hacía varios años. Cuando ésta murió hizo un proceso de duelo normal, estuvo varios días mal, pero luego comenzó a trabajar, a hacer vida normal. Aparentemente el duelo estaba elaborado. Sin embargo, años después, pierde un día el camafeo donde estaba la foto de su madre. Es ahí cuando se instala en él una melancolía. Para el sujeto, el día de la pérdida del camafeo es cuando murió su madre. A veces algunos objetos de ciertos seres amados, son más importantes que los seres amados en sí. Cuando la madre falleció no hizo el duelo; lo hace cuando pierde su foto. Es como el enamorado que guarda en el cajón el pañuelo con las iniciales de su amada, cuando ella ya no está. Cuando extravíe el pañuelo será cuando “pierda” a la amada.
Por lo tanto, el psicoanálisis relaciona la melancolía con una pérdida sustraída a la conciencia. Y esta es una importante diferencia con el duelo, donde nada de lo que respecta a la pérdida es inconsciente.
La inhibición melancólica nos ofrece una impresión enigmática. No sabemos lo que tiene al enfermo sumido en tan profunda tristeza.
Freud también descubre otra importante diferencia con el duelo. En el duelo, el mundo aparece como desierto, empobrecido frente a los ojos del sujeto. En la melancolía es el yo el que aparece empobrecido. Es decir, es el yo el que ofrece esos rasgos a la consideración del paciente. El melancólico nos describe su yo como indigno de estimación, incapaz de rendimiento valioso alguno, y moralmente condenable. Hay una pérdida del yo, y este síntoma característico de la melancolía, es el que lo hace patológico.
Lo que le ocurre al melancólico es algo que no puede ser entendido con la razón, y esto quiere decir que tenemos que utilizar otros instrumentos para acercarnos a su tratamiento.
Si la persona pudiera explicar lo que le tiene sumido en esa tristeza, entonces no haría una melancolía, no enfermaría. Es precisamente no poder expresar lo que le pasa, no poder decir lo que ha perdido, que le sume en la melancolía.
La labor que desarrollamos con la terapia psicoanalítica permite al deprimido poner palabras a aquello que no lo tiene, y esa pronunciación permitirá la elaboración de la pérdida, así como la construcción de nuevas relaciones y la recuperación de su bienestar.
Si usted está deprimido o cree que puede estarlo, no dude en iniciar su psicoanálisis. Éste le permitirá encontrar las claves para salir de donde se encuentra, con una terapia integral, de acompañamiento, completamente personalizada que es adaptada en cada caso.
Recuerda que puedes solicitar información sin compromiso para mi consulta online o presencial, estoy para ayudarte a superar las barreras que te impiden disfrutar de una vida plena.
Las emociones no expresadas nunca mueren. Aparecen más tarde de forma disfrazada e irreconocibles.