El concepto de sexualidad en Psicoanálisis es uno de los aspectos que ha generado más controversias y oposición a la teoría psicoanalítica. No solo en el momento que surge esta ciencia, en el año 1900, sino también en la actualidad. Siendo un concepto complejo, en esta entrada de blog haremos una introducción, yendo de lo general a lo más concreto, que seguiremos desarrollando en sucesivos artículos.
¿Te quedas? ¡Empezamos!
Una de las principales razones de dicha controversia es porque contradijo las opiniones populares que había en ese momento acerca de la sexualidad, como por ejemplo, que en la infancia no existe y que hay que esperar a la pubertad para su desarrollo.
Las importantes novedades que introdujo el Psicoanálisis con respecto a la sexualidad son las siguientes:
→ La vida sexual no comienza con la pubertad, sino que se inicia enseguida después del nacimiento, con claras exteriorizaciones.
→ Es necesario distinguir de manera tajante entre los conceptos “sexual” y “genital”. El primero es el más extenso e incluye muchas actividades que nada tienen que ver con los genitales.
→ La vida sexual incluye la función de la ganancia de placer a partir de zonas del cuerpo, función que es puesta con posterioridad al servicio de la reproducción. Es frecuente que ambas funciones no lleguen a superponerse por completo.
Centrémonos en la primera premisa, la más inesperada en el momento en que surge.
Se ha comprobado que a temprana edad el niño ya da muestras de conductas sexuales, que solo los prejuicios que existen sobre la sexualidad, no nos permiten ver.
Estos fenómenos surgen en la primera infancia y responden a un desarrollo normal, alcanzando su punto culminante hacia el final del quinto año de vida, a lo que sigue un periodo de reposo o latencia, donde se detiene el progreso. Es como si la sexualidad estuviese dormida en ese momento, nos dice Freud. Transcurrido ese periodo, la vida sexual prosigue con la pubertad; podríamos decir vuelve a aflorar.
Tropezamos entonces con el hecho de un desarrollo sexual en dos tiempos, desde el nacimiento hasta los cinco años de vida, y después de la pubertad, característica desconocida en otra especie animal (el hombre desciende de un mamífero que alcanza la madurez sexual a los cinco años de vida).
El primer órgano que aparece como zona erógena a partir del nacimiento es la boca. Al principio toda actividad anímica se centra en esta zona para procurar satisfacción. Desde luego, la boca sirve, en primer término, a la autoconservación por vía del alimento, pero muy temprano, en el chupeteo en que el niño persevera obstinadamente, se evidencia una necesidad de satisfacción que aspira a una ganancia de placer más allá de la nutrición, y que por eso puede y debe ser llamada, sexual.
Pero también hemos de decir que, en la misma satisfacción de la necesidad alimenticia, hay un goce, y en la frase tan común entre los adultos “te comería”, cuando alguien muestra su cariño o amor hacia otro, no hace más que referenciar el origen alimenticio de esta muestra sexual; sexual, como dijimos al principio, en su más amplio sentido, y no solo genital.
Analizar el concepto de sexualidad en psicoanálisis es muy interesante. Si deseas seguir profundizando, no te pierdas las próximas entradas.