Estos días he tenido la oportunidad de participar en las XIII Jornadas Internacionales Relates de Terapia Familiar, en Lisboa, durante los días 6, 7 y 8 de julio. Además de disfrutar de una de las ciudades con más encanto de Europa, pude asistir a diversas conferencias y mesas redondas, donde se expusieron interesantes propuestas e intervenciones desde la terapia familiar en el tema de la violencia de género.
En una de las mesas de trabajo se generó, en el espacio de preguntas, un debate controvertido e interesante.
Mientras escuchaba las diferentes posturas pensé, y compartí posteriormente con el auditorio, que las leyes y los sistemas de protección en España, en relación a la violencia de género, han sido generados por hombres, o, sino por ellos, es muy injusto culparles de todo lo malo que nos pasa a las mujeres, sí por las ideas machistas que anidan en los y las que hacen las leyes y politizan sobre este tema.
Mi punto de reflexión fue que, en muchos casos de violencia de género, la mujer que es agredida por su pareja manifiesta su deseo de no querer finalizar la relación con éste, incluso, aunque nos cueste escucharlo, de seguir enamorada de él. O también, por otro lado, aunque no manifieste sentimientos amorosos hacia el agresor, no querer denunciarlo. Sin embargo, en estos casos, la mujer se encuentra con una sociedad que la aboca a la denuncia, llegando a hacerlo, muchas veces, sin desearlo. Y es aquí donde me pregunto, ¿se está escuchando realmente a las mujeres que sufren esta situación? ¿Se está escuchando sus deseos, sus formas de amar, sus inquietudes? O ¿estamos tapándole, nuevamente, la boca con la denuncia?
La relación de pareja en la que una mujer sufre malos tratos, no deja de ser una relación, en la que conviven y anidan muchas cuestiones que no solo tienen que ver con la violencia, sino también con el amor, los celos, la pertenencia, la propiedad. Y es ahí desde donde debemos acercarnos a este tema, desde la complejidad que tiene, y no desde un acercamiento simple de malos y buenos, que en nada beneficia a la mujer que sufre violencia de género.
Una psicoanalista en Las Palmas.