(viene de entrada 29/09/2015)
Pero entonces, ¿qué le pasa al melancólico?
El melancólico o depresivo se manifiesta como si estuviera en una labor de duelo porque también él, ha sufrido una pérdida, sin embargo, de esta pérdida nada sabe el sujeto, es inconsciente para él. Esto lo diferencia del duelo, en el cual nada de lo que respecta a la pérdida es inconsciente.
El melancólico muestra también otro carácter que no hallamos en el duelo, que es una extraordinaria disminución de su amor propio, o sea, un considerable empobrecimiento de su yo. En el duelo el mundo aparece desierto y empobrecido ante los ojos del sujeto. En el melancólico es el yo el que aparece empobrecido.
El deprimido se dirige amargos reproches, se insulta, se humilla ante los demás y compadece a los suyos por hallarse ligado a un ser como él. Además no experimenta pudor en airear todos sus defectos, defectos que desde fuera nos parecen que no tienen que ver con el enfermo. Por lo tanto, deducimos que el melancólico ha sufrido una pérdida, y de sus manifestaciones inferimos que ha tenido efecto en su propio yo.
En el melancólico la pérdida siempre es inconsciente, aunque a veces el sujeto sepa a quién o qué ha perdido, no sabe lo que con ello ha perdido. A veces, la causa de la pérdida tiene una naturaleza más ideal: por ejemplo, el objeto amado no ha muerto pero se ha perdido como objeto erótico. De una decepción o un desengaño de la persona amada, surgió una conmoción de esta relación, cuyo resultado no fue el normal, o sea, la sustitución del objeto amado por otro, sino otro muy distinto. El melancólico para no perder aquello que ha perdido se identifica con el objeto amado. Pero como también se siente abandonado, tiene un sentimiento hostil hacia el objeto, al que no solo ama sino también odia, y lo quiere matar. Los reproches que el deprimido se dirige a sí mismo están realmente dirigidos hacia el objeto perdido, solo que al tenerlo incorporado en su yo, se los dirige a él. El deprimido se venga del objeto perdido a través de reproches, pequeños accidentes, incluso el suicidio. El suicida mata al otro en sí mismo, es un asesino tímido.
El psicoanálisis es el único enfoque terapéutico que ayuda a sustituir el objeto perdido por otro, produciendo una nueva vida para el sujeto, sin necesidad de la enfermedad.