El deseo es un tema fundamental en la teoría que produjo Sigmund Freud. El sujeto psíquico del que habla el Psicoanálisis es un sujeto deseante. Somos seres deseantes y en toda actividad que realizamos está presente el deseo.
Pero ¿cuál es el origen del deseo?
El aparato psíquico aspiró inicialmente a mantenerse libre de estímulos, y adoptó, con este fin, el esquema de un aparato que le permita derivar por caminos motores, las excitaciones que hasta él llegaban. Los primeros estímulos que a él llegaron fueron los correspondientes a las grandes necesidades. Por ejemplo, la excitación provocada por la necesidad de hambre, buscará una derivación en la motilidad, y el niño llorará. Pero los gritos y la pataleta no consiguen cambiar la situación. El niño continuará sintiendo hambre. Será un auxilio externo, en este caso, el pecho de la madre o el biberón, el que calmará su necesidad, y en este momento, el pecho se convertirá en objeto que calma la necesidad. Se producirá entonces la primera experiencia de satisfacción.
La imagen mnémica del alimento, el pecho materno, queda asociada, a partir de ese momento, con la huella de la necesidad, el hambre. En cuanto tal necesidad resurja, surgirá también un impulso psíquico que tenderá a reconstituir la situación de la primera satisfacción. Tal impulso es lo que calificamos de DESEO.
Lo que ocurre es que la primera experiencia de satisfacción, es irrecuperable, nunca se volverá a producir. El deseo, motor de la vida, será entonces la búsqueda de esa primera experiencia de placer.
Cuando el sujeto, en su vida, colma su deseo con un objeto real, al conseguirlo se da cuenta de que tampoco aquello era lo que buscaba. Eso relanzará nuevamente el deseo, que ira en busca de esa primera experiencia mítica.