El duelo es la reacción a la pérdida de un ser amado, o de una abstracción equivalente, como la patria, la libertad, o un ideal. Por lo tanto, es un afecto normal, no patológico, que le impone al sujeto considerables desvíos de su conducta normal.
Al cabo de un tiempo desaparece por sí solo, y mientras dura no es adecuado perturbarlo.
Los síntomas o inhibiciones que presenta el sujeto en proceso de duelo son:
Este estado, pese a todas las inhibiciones que tienen lugar en el sujeto, nos lo explicamos perfectamente, y sabemos lo que lo tiene sumido en dicha tristeza.
Pero, ¿en qué consiste la labor del duelo?
Podemos describirla de la forma siguiente: el examen de la realidad le muestra al sujeto que el familiar querido ya no existe, y le demanda que la libido, o energía psíquica depositada en él, abandone todas sus ligaduras con el mismo. Contra esta demanda surge una oposición naturalísima, pues sabemos que el hombre no abandona gustoso ninguna de las posiciones de su libido, aun cuando les haya encontrado una sustitución. Esta oposición puede ser tan intensa en algunos sujetos, que pueden hacer surgir el apartamiento de la realidad y la conservación del fallecido por medio de una psicosis. Sin embargo, lo normal es que el respeto a la realidad obtenga la victoria. Pero su mandato no puede ser llevado a cabo inmediatamente, y sólo es realizado de un modo paulatino, con gran gasto de tiempo y de energía para el sujeto, continuando mientras tanto la existencia psíquica del fallecido. Cada uno de los recuerdos y esperanzas que constituyen un punto de enlace de la libido con el muerto, provoca una nueva ligadura o sobrecarga. No nos es fácil indicar porque esta transacción ha de ser tan dolorosa, ni tampoco deja de ser singular que el doloroso displacer que trae consigo nos parezca natural y lógico. Al final de la labor del duelo vuelve a quedar la persona libre y exenta de toda inhibición, y su capacidad de sustitución está en marcha para volver a ligar su libido sobre otros sujetos.
Perturbar un proceso de duelo no es conveniente, ni querer acelerarlo, o pretender que todos sigamos unos estándares de recuperación. Sin embargo, el duelo puede convertirse en patológico, y la persona no conseguir desligar la energía del familiar muerto. En este caso, se hace necesario consultar a un psicoanalista, que facilite el camino de desligar las ataduras del objeto perdido.
Una psicoanalista en Las Palmas