Dos entradas más antiguas a ésta hablábamos sobre el Enamoramiento, y titulábamos el artículo «Enamoramiento o superestimación del objeto amado». El Enamoramiento, decíamos, es el proceso de ligamiento de la energía libidinal o energía psíquica al objeto amado.
El proceso de Duelo se caracteriza por ser el proceso contrario. Consistirá, precisamente, en el desligamiento de toda la libido del objeto perdido.
En el proceso de duelo ha tenido lugar una pérdida, por parte del sujeto, del objeto amado. Bien por fallecimiento o por ruptura, el objeto ya no está, y toda la energía psíquica puesta en él, ha de volver al yo. Ese proceso de vuelta de la energía psíquica al yo, es la que se le denomina el trabajo del Duelo.
¿Cuáles son los síntomas que aparecen durante el periodo de Duelo?
Pero, ¿por qué el proceso del duelo ha de ser tan doloroso? El duelo no puede ser llevado a cabo inmediatamente, sino de forma paulatina, y con un gran gasto de tiempo y energía para el sujeto. Poco a poco, el sujeto va desligando esa energía depositada en el objeto, y la va ligando sobre otras personas o cosas. Sin embargo, cada recuerdo o esperanza que constituye un punto de enlace de la libido con el objeto perdido, la energía se sobrecarga.
No nos explicamos por qué esta transacción ha de ser tan dolorosa para el sujeto, y por qué nos parece normal el doloroso displacer que trae consigo.
Al final de la labor del duelo, vuelve a quedar el yo libre, y exento de toda inhibición. La realidad, que le dice al sujeto que el objeto ya no está, ha ganado, y el sujeto tendrá que buscar a otro.
El Enamoramiento puede ser una de las formas que tiene el sujeto de salir del Duelo, es decir, sustituyendo al objeto amado perdido por otro objeto. Pero esta sustitución no tiene que ser la única. También puede ser sustituido por una afición, el trabajo o un cambio de vida.
El yo estará listo para salir al mundo.