El miedo es una respuesta natural que da nuestro organismo cuando nos encontramos frente a un peligro. Es gracias al miedo que protegemos nuestra vida de peligros externos. Por ejemplo, si me encuentro frente a un perro rabioso, el miedo provocará en mí una serie de reacciones psíquicas y físicas, que me prepararán para la respuesta de huida o de ataque, en caso de no poder huir.
Los efectos físicos del miedo son los siguientes:
Sin embargo, cuando la respuesta del miedo se activa sin que exista un peligro exterior, o al menos, una situación que ponga en peligro nuestra vida, hemos de preguntarnos de dónde proviene este miedo.
Por ejemplo, estar en un atasco y ver que no llegamos a tiempo a esa reunión tan importante, o tener un trabajo que entregar y ver que no nos da tiempo de hacerlo, o tener que hablar en público, y ver que no nos va a salir la voz. Todas estas situaciones, en las que no peligra nuestra vida, pueden activar de igual modo nuestro organismo, si las vemos como amenazantes.
Pero ¿qué es lo que peligra en esas situaciones? Nuestra responsabilidad, nuestra profesionalidad, nuestra imagen. Eso es lo que está en peligro y tememos perder.
Pero ¿esto es realmente así? ¿Nuestra profesionalidad, nuestra responsabilidad, peligra por llegar tarde a una reunión? ¿O por no ser capaz de emitir voz al hablar frente a un público? ¿O por no llegar a tiempo a recoger a nuestros hijos al colegio?
A esta pregunta hemos de contestar que no. Pero entonces ¿con qué tienen que ver estos miedos? Cada uno de nosotros tenemos en nuestro aparato psíquico una instancia o estructura que se encarga de compararnos con un ideal, y de ver si lo cumplimos o no. Esta estructura se denomina Super yo. Cuando nos acercamos a ese ideal, todo va bien, es correcto, y nuestro Super yo nos da una palmadita, pero cuando no es así, cuando nos alejamos de él, nos sobrevienen los miedos, y nuestro Super yo nos chillará y se enfadará con nosotros.
Cuando no hay un peligro o una amenaza real, como por ejemplo, el despido porque me han dado un ultimatum en el trabajo si vuelvo a llegar tarde, podemos decir que los miedos son psíquicos, es decir, fantaseados, que no responden a la realidad, sino a las exigencias de nuestro Super yo de ser perfectos.
Hay personas que viven con miedos, con angustias, fantaseados, que no tienen base en la realidad, y mientras viven con estos miedos generan una serie de respuestas orgánicas y anímicas que, mantenidas en el tiempo, pueden traer complicaciones, como contracturas, dolores, mal humor o irritabilidad.
Estos miedos se tratan en Psicoanálisis. En la labor analítica, el paciente, junto con el psicoanalista, se enfrentarán a los mismos, primero para conocerlos, y en segundo lugar, para dar una respuesta que no sea defensiva a una situación imaginada, fantaseada, no real.