En la primera comunicación que hace Jacques Lacan en el año 1936, en el Congreso de Marienbad, “El estadio del espejo como formador de la función del yo”, nos muestra un sujeto que se forma desde el otro. El primer otro es el propio cuerpo que el niño ve reflejado en el espejo, una imagen donde el niño ve una totalidad, una imagen unida, frente a lo fragmentado que él se siente. El niño carga libidinalmente esa imagen y eso va a producir una transformación en él.
No hay sujeto causa de sí mismo, nada comienza en uno, todo comienza fuera de mí.
El estadio del espejo nos presenta una concepción analítica del yo, el yo se forma desde el otro, y además es un acto que inaugura un comienzo, acto que lejos de agotarse en decir “es mi imagen”, uno queda en relación a esa imagen para siempre.
Que el sujeto esté formado desde el otro quiere decir que no se puede pensar a ningún individuo solo, es imposible pensarlo en soledad, por eso cuando uno dice “me siento solo” es un plan, no una realidad.
Y aunque uno no está solo, sin embargo, hay personas que eligen el camino de la soledad, son seres solitarios que se han ido alejando de los otros. Los motivos pueden ser diferentes:
– No soportar a los demás
– Tener miedo a los otros
– No tolerarlos
– E incluso despreciarlos
Esto puede llevar a estos sujetos a pronunciar la frase “me siento solo”, que comentábamos antes.
Amelia Díez Cuesta, psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, en el libro “El estadio del espejo”, nos dice: “no existe la soledad. Decir “me siento solo” es una forma de decir “deseo estar con alguien”. No me animo a decir “deseo estar con fulano de tal” sino que digo “que solo me encuentro”, no soy capaz de pronunciarlo, lo digo en negativo”.
Por eso es que hay un trabajo detrás de la soledad, un trabajo inconsciente que el sujeto hace para mantenerse alejado de los otros.
Miguel Oscar Menassa, director de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, nos dice que las personas mayores mueren de aburrimiento o soledad, es decir, que la soledad hace enfermar, que la soledad mata.
Somos seres sociales, y desde el mismo momento del nacimiento necesitamos a los otros para sobrevivir. No hay vida sin otros, la vida sin otros es una ilusión.
Helena Trujillo, psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, nos dice: “La soledad no es estar solos. Hay cosas que solo se hacen estando solos, como escribir. La soledad es no tener pactos con otros”. Hay personas que rehúyen de los otros para no establecer pactos, para creerse la ilusión de que solos pueden, de que no necesitan a los demás. Sin embargo, esta ilusión termina pasando factura, haciendo que el sujeto se aleje de la realidad.
También Helena Trujillo nos dice: “la soledad es tener pocos enlaces con otros”. La riqueza no es en relación al dinero, a las propiedades materiales, sino lo que nos hace ricos son las relaciones sociales. Cuantos más enlaces con otros más rico seremos.
Si la idea de que te sientes solo se presenta asiduamente en tu pensamiento, quizás es hora de empezar tu psicoanálisis, analizar por qué estás solo, que te ha llevado a la soledad.