Entrevista en Radio Las Palmas en el programa Buenos días Gran Canaria, con Dulce María Facundo y Jozabad Betancor
Primero lo más básico: Pino, ¿qué entendemos por una relación tóxica? ¿Cuáles son los signos más evidentes de que estamos ante una dinámica de este tipo?
El término «tóxico» no es un término, inicialmente, que se use en la terminología psicológica. Seguramente se empieza a usar popularmente en relación a las relaciones y por analogía a las sustancias tóxicas que crean dependencia, y con posterioridad la psicología lo usa y se apropia de él.
Podríamos también llamarlas relaciones disfuncionales, que son aquellas en las que una o ambas personas sufren y, aun así, no pueden dejar esa relación.
Cuando eres desgraciado o no eres feliz en una relación, pero aun así persistes en ella, podemos hablar de una relación tóxica.
Muchas veces se habla de toxicidad como algo que ‘el otro’ hace, pero ¿qué tanto influyen nuestras propias actitudes en perpetuar o incluso generar estas dinámicas?
Efectivamente, la relación es una cosa de dos, y a menos que se trate de niños, en adultos hay una voluntad, aunque sea inconsciente, para permanecer en esa relación.
A veces hay personas que esperan del otro, inconscientemente, que las defraude, que las maltrate, que las desprecie y, de alguna manera, como digo, inconscientemente, buscan a personas que cumplan con esa función. Es difícil salir de ahí si uno no psicoanaliza sus formas de relacionarse, ya que esa forma tiene que ver con el sujeto.
¿Hay algún perfil psicológico más propenso a caer en este tipo de relaciones? Es decir, ¿hay personas más vulnerables o predispuestas a relacionarse desde la toxicidad?
Sí, podríamos decir que hay como una predisposición psíquica o un posicionamiento psíquico de la persona en sufrir. Pensemos en la relación sado-masoquista, pero no a nivel erótico o físico, sino moral. Para que exista un sádico tiene que haber un masoquista; si no, esa relación no se mantiene, o por lo menos, no se mantiene tanto tiempo.
Lo normal sería que, si alguien ve que otro le trata mal, se alejara y punto. Pero lo que vemos es que, muchas veces, esto no es así, y la persona se mantiene en relaciones desgraciadas.
Pino, ¿por qué crees que a veces nos cuesta tanto romper con una relación tóxica, incluso cuando sabemos que nos está haciendo daño?
Porque, como decía, son posiciones psíquicas de las que cuesta salir, y a veces uno no puede salir solo. La persona sabe que sufre, que no le hace bien esa relación, pero se mantiene en ella.
Eso ocurre porque, seguramente, esa relación, a nivel inconsciente, está cumpliendo alguna función para ese sujeto, y eso es lo que hay que analizar en consulta.
Cuando hablamos de relaciones familiares, la cosa se complica aún más, porque no es tan fácil ‘alejarse’. ¿Qué caracteriza a las relaciones tóxicas dentro de la familia?
Pues sí, se complica en el sentido de que los lazos que unen a esas personas son mayores, en el sentido de que no es por voluntad que esas personas se relacionen. Uno no elige a sus padres o a sus hermanos.
Entonces, esto complica romper con relaciones que uno cree que no le hacen bien, ya que hay vínculos fuertemente establecidos. Aunque es verdad que a veces establecemos relaciones con otros que no son de nuestra familia como si fueran de sangre, y nos vinculamos con ellos de esa manera.
En los casos de familia, suele requerir psicoanálisis para ayudar a esa persona, no necesariamente a romper con esa persona que le hace daño, pero sí a situarla psíquicamente frente a ella de una manera más saludable.
¿Cuáles suelen ser las dinámicas más comunes en una familia tóxica? Pienso, por ejemplo, en el control, las críticas constantes o la falta de límites. ¿Qué otros patrones destacarías?
Cada familia tendrá sus formas de relación. A veces es uno el que las percibe como dañinas y tóxicas cuando, a lo mejor, desde fuera no es así. Hay que analizar cada caso.
¿Qué impacto tienen estas dinámicas familiares en nuestra salud mental? Especialmente en la infancia y adolescencia, ¿Cómo marcan este tipo de experiencias?
Bueno, pues marcan mucho. Al final, los padres van a verter sobre sus hijos todas sus historias psíquicas, y si estos se psicoanalizan, sus hijos se lo agradecerán. Es un acto de generosidad psicoanalizar las propias miserias de la vida para no perjudicar a tus hijos. Es un acto de amor.
Desde el punto de vista del psicoanálisis, ¿por qué es tan difícil salir de estos vínculos cuando los vínculos familiares son los tóxicos? ¿Hay algo inconsciente que nos ancla a ellos?
Sí, claro, los vínculos siempre son inconscientes, y precisamente porque no sabemos nada de ellos, es que tenemos que atenderlos, porque si no, manejan nuestra vida como ellos quieren.
Hablemos ahora de soluciones: ¿cómo podemos poner límites a estas relaciones tóxicas, especialmente cuando se trata de personas tan cercanas como familiares?
A veces el límite es psicoanalizarse, para poder entender qué le pasa a uno en esa relación. Por ejemplo, cada vez que voy a ver a mi madre a su casa, cuando salgo, lo hago con la moral por los suelos. Desde la conciencia puedo pensar: es mi madre la tóxica, no voy a ir a verla más.
Pero a nivel más profundo pueden estar pasando otras cosas en esa persona que es necesario analizar.
En ocasiones, uno de los mayores desafíos es manejar la culpa que puede surgir cuando intentamos alejarnos o establecer límites con un familiar. ¿Cómo trabajamos esa culpa?
Sí, claro, porque a la familia nos unen vínculos de amor muy fuertes, y es como si los traicionáramos. La culpa se psicoanaliza para que no moleste al sujeto.
Pino, ¿qué papel juega la terapia en estos casos? ¿Es imprescindible buscar ayuda profesional para resolver estos conflictos?
Terapia y, más que terapia, psicoanálisis, para ver la posición en la que está el sujeto en esa relación. Solo eso nos dará las claves de lo que le pasa, de lo que quiere y también del tipo de relación que quiere.
¿Es posible transformar una relación tóxica en una relación sana, o es mejor darla por perdida en la mayoría de los casos?
Por supuesto. Al final, todo lo que nos pasa es consecuencia del lenguaje, de las relaciones personales, y el lenguaje, las frases, los pensamientos, que no son más que frases, se pueden cambiar.
Por último, ¿qué mensaje te gustaría darles a nuestros oyentes que puedan estar lidiando con relaciones tóxicas, ya sean de pareja, de amistad o familiares?
Pues que se puede gozar sin sufrir, se puede amar sin sufrir.